Querido Ensayo

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El 28 de abril del 2025 ocurrió en España el mayor apagón de su historia. Portugal y Francia también se vieron afectados. Esta es una crónica de cómo vivimos ese día en Valencia.

La música de este episodio es de Blue Dot Sessions

Transcripción

Esto es Querido Ensayo, soy Cristián Wagner Valdivia.

Desde que estoy en Valencia los cortes de luz han sido mucho más usuales de lo que esperaba. Y no, no tiene nada que ver con la ciudad, sino con mi departamento, que, digamos, se sobrecarga fácilmente. Aquí todo es eléctrico y si en la cocina tengo un par de quemadores prendidos, el horno y algo más, no es raro que se corte la luz. Basta con bajar y subir los tapones y volvemos a la normalidad. Pero el 28 de abril del 2025, mi técnica infalible no funcionó. 

Y cuando quise compartirle internet a mi computador desde el celular noté que no tenía señal. Eso me hizo pensar en que algo más que un simple corte de luz podía estar pasando. 

Salí a mi balcón y enseguida me di cuenta que muchas otras personas también estaban en sus balcones asomados, mirando hacia la calle o hacia otros balcones. Y vi en todos esos vecinos esa misma incertidumbre, esa misma cara que debo haber tenido yo, de incógnita. Algunas personas se hablaban de un balcón a otro y, de hecho, uno de mis vecinos, al que nunca había visto, un señor mayor, me comentó que había hablado con un amigo que vivía en algún lugar lejano de Valencia, no recuerdo el nombre, y que tampoco tenía luz. 

Y después, a modo de broma, me dijo: disfrutemos el principio del fin. 

Nos reímos, pero eso ya me decía algo, algo que yo también pensaba: había un pensamiento intrusivo de que quizás este corte de luz podía traer consigo algo más. 

Llamé a mi abuelo que vive en Madrid y cuando le pregunté cómo estaba me dijo que mal porque se le había cortado la luz. Y así confirmé que este corte de luz era mucho más grande de lo que pensaba. 

Sin información decidí ir a comprar una radio a pilas a un bazar chino que queda cerca de mi casa y en el camino aprovechar de evaluar el ambiente, cómo se vivía este corte de luz y si había algún otro tipo de información. 

Así que agarré mis cosas y salí. 

Y muy rápido me di cuenta que todos hablaban de lo mismo. Y que ese pensamiento intrusivo medio catastrófico era una sensación común. 

Cuando llegué al bazar el dueño me dijo que estaban cerrados por el corte. Le pregunté qué había pasado. 

Y si bien en un principio me dijo que estaban cerrados, cuando le dije que traía efectivo me atendió. Y parece que fui una de las primeras personas que vino a comprarle radios porque después supe que en algunos lugares las radios portables a pilas se vendían en 60 euros. La mía la compre a 6 con 90. 

Antes de volver a mi casa decidí ir hacia el mercado de mi barrio a ver si encontraba a algunas personas que he conocido para saber si tenían más información. Y mientras caminaba las conversaciones de las personas seguían el mismo tono, medio apocalíptico. 

Que el fin del mundo, que todo europa, que prefieren quedarse sin luz pero no sin tabaco. Cada persona viviendo este apagón desde su propia mirada. 

El mercado de mi barrio cerró y me quedé en la esquina un rato tratando de captar alguna otra conversación y esta señora acotaba el apagón a solo tres países: 

España, Portugal y Francia. Caminé a mi casa y en el camino se veían todas las terrazas de los bares llenas. 

Subí los cinco pisos de mi edificio por las escaleras y con bastante emoción, la verdad, prendí la radio. 

Pudimos corroborar cierta información pero no había mucho más disponible. Los medios de comunicación confirmaban que el apagón afectó a españa portugal y una pequeña porción de francia, pero de razones y de cuándo se reestablecería el servicio, nada. 

Y esa falta de información tenía a mucha gente nerviosa. De hecho una vecina a la que no conocía, bajó a tocarnos la puerta y se notaba que estaba asustada, de hecho me dijo, tengo miedo, que pasó? es un ataque? Le dije lo que sabía, con un tono que intentara calmarla. 

Y ella vocalizó de la forma más sincera una inquietud que quizás hace algunos años hubiese sonado exagerada, pero por lo que pude evidenciar estaba muy latente en todas las personas. No tardamos mucho en que nuestra mente vaya hacia la catástrofe. 

Y es en estos momentos, cuando nos privan de algo tan vital como la luz y por consiguiente el internet y las telecomunicaciones, cuando adoptamos esa rutina que se siente como “una vuelta a tiempos más sencillos”, a sacar los puzzles, a usar la radio, a mirarnos, a conversar, y a esperar a que el tiempo pase sin ninguna distracción. 

Pensé harto en esta idea de que las redes sociales nos conectan, que el internet nos conecta, pero pareciera que cuando realmente conectamos es cuando estos aparatos están ausentes. Es ahí cuando volvemos a ser seres humanos que viven, que no están atrapados por un reel, un tiktok, un correo al que responder, un trabajo que hacer. Es una reflexión fácil a la que llegar, cliché si se quiere, pero no dejar de ser interesante el fenómeno. Somos más humanos cuando solo nos tenemos a nosotros. 

Después de armar un puzzle durante la tarde, tomar un vaso de sangría y escuchar música en nuestra nueva radio a pilas, decidimos bajar a las terrazas y sumarnos a lo que todo el mundo parecía pensar: no hay mucho que hacer más que disfrutar de una cerveza. Y claro, llegamos tarde, las cervezas frías se acabaron y nos conformamos con vermú y una copa de vino que pagamos con efectivo. Después de un rato, la luz comenzó a llegar, compramos unas cervezas en un local y las llevamos a la casa, en donde ya había llegado la luz y el internet. 

Y con la llegada, todavía inestable, de esa “normalidad”, llegó de nuevo el silencio. Dejamos por un rato de mirarnos, de conversar y nos atrapamos de nuevo con los whatsapps que llegaban intercalados, y las notificaciones que nuestros celulares habían estado esperando entregarnos. 

Pero como la conexión era inestable seguimos hasta eso de las diez de la noche con nuestro puzzle, en esta especie de tregua, hasta que finalmente cuando volvió el wifí de manera definitiva, volví a trabajar, como si nada hubiera pasado. 

Estoy grabando esto el 29 de abril del 2025, un día después del mayor apagón en la historia de España. El 99% del suministro eléctrico se ha reestablecido. Las autoridades descartaron un ciberataque pero aún no hay claridad respecto a qué fue lo que causó el apagón. 

Este episodio de Querido Ensayo fue escrito y producido por mí, Cristián Wagner Valdivia. La música es de Blue Dot Sessions.

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